Los desafíos de dar acceso a la justicia desde uno de los consultorios CAJ más pequeños de Chile

Paola Teneb llegó a la Corporación de Asistencia Judicial de Chile Chico por un reemplazo de su hermana y tanto la motivó el trabajo social que vio desde el escritorio que utilizó como secretaria, que no dudó un minuto en ponerse a estudiar para quedarse como titular cuando se abrió el concurso. Eso ya hace 10 años.

Con un poco más de 5.000 habitantes, la localidad de la Patagonia chilena mantiene el que es considerado uno de los más pequeños consultorios de la jurisdicción de la CajBiobio con solo dos funcionarios: el abogado y ella, como secretaria. Una tarea que Paola reconoce le exige mucho conocimiento y actualización profesional, pero también tiempo, especialmente porque las dudas jurídicas de los vecinos muchas veces son atendidas fuera de horarios y de la oficina.

Los tiempos en familia son los que más defiende Paola Teneb.

“Es una de las dificultades de esta labor”, enfatiza Paola quien incluso debió cambiar de número de teléfono para terminar con la sobre exigencia de los llamados de usuarios los fines de semana, días feriados y horarios nocturnos. “Con mi deseo de ayudar abrí esa puerta en un momento, pero tuve que poner orden porque uno también es mamá y dueña de casa y necesita tener sus tiempos”, enfatiza al reconocer que en algunos casos significó hasta reclamos de los usuarios.

Aún en tiempos de pandemia, la lista de trámites en los que asesora a los usuarios es larga en comparación a consultorios o centros de atención más grandes. No solo porque además de secretaria muchas veces debe hacer de telefonista, asesora familiar, coordinadora, orientadora y hasta sicóloga, sino también por su rol de articuladora entre los requerimientos de los usuarios y los otros organismos del Estado.

– ¿Cuáles son los requerimientos judiciales más gestionados en Chile Chico?

– Lo que más se ven son temas de familia como cumplimiento de alimentos, divorcios, medidas de protección a favor de los niños y cuidado personal y en temas civiles las posiciones efectivas, interdicciones, cambios de nombre, arrendamientos y hasta temas de policía local. En tiempos normales, sin pandemias, diría que también las autorizaciones para salir del país porque, al ser Chile Chico una localidad fronteriza, los vecinos viajan a proveerse a Argentina, distante a 10 minutos, de pertrechos, combustibles y disfrutar de actividades de entretención que compartimos con “los hermanos argentinos, como los llamamos acá”, dice.

Con dos hijos ya entre la pre y la adolescencia (16 años el varón y 13 años la niña), Paola ha debido re enfocarse en ella también después de superar un cáncer. Así es que como enferma crónica, el trabajo remoto ha sido una salida positiva para su recuperación, aunque con algunas adaptaciones junto a su familia, como la improvisada oficina que comparte en su casa con sus hijos estudiantes en la mesa familiar. “Ahí nos instalamos los tres. Los niños con audífonos para estar conectados y yo con el teléfono para atender a los usuarios”.

Paola y su familia.

Atiende en horario de trabajo. Como es pueblo chico y ella es muy conocida, muchas veces las consultas se extienden al supermercado, la farmacia, el centro o simplemente a la calle. Incluso más de una vez recibió gente en su casa. Fines de semana. Ha sido una difícil tarea entregar horas fuera de la oficina. “Uno necesita tener vida, así es que debo decirle a la gente que la atención es en horario laboral sin herir susceptibilidades para evitar reclamos porque la gente se confunde. Es una de las dificultades en los consultorios pequeños.”, advierte.

Actualmente la mueven otras pasiones que compatibiliza con su trabajo profesional en la ciudad. Una de ellas es el invernadero y gallinero de la parcela familiar que poco a poco han levantado con su marido y sus hijos. Y su nueva pasión como tejedora, a la que llegó desde el bordado. “Me gusta mucho hacer suéters y ahora estoy haciendo ropita de bebé. Lo hago por cariño, más que por vender, pero siempre hay gente que me pide algunos de mis trabajos”, cuenta Paola, quien dice añorar el trabajo presencial “pero con todas las medidas sanitarias correspondientes. Después de mi enfermedad tomé conciencia de los cuidados personales que uno debe tener para estar bien y no enfrentarse a situaciones de riesgo”.